viernes, 9 de julio de 2010

La semilla del éxito




Hace falta adentrarse un poco en tierras africanas para ver la otra verdad del fútbol en el continente. A unos 60 km de Durban, no muy lejos de la gra urbe portuaria del océano índico, se abre entre yuyos y sembradíos un campo de fútbol sobre la tierra yerma. Con medidas profesionales o aproximadas, pero que los niños utilizan en forma transversal, para hacerla a su escala, mientras van creciedo, acaso bajo el sueño de ser ellos mismos una estrella en el futuro. De todos modos, el campito de fútbol de la comarca, hoy no puede ser utilizado como tal porque uno de los arcos tiene el travesñao partido al medio, y quedó en forma de M.
Todos los senderos de las casetas de barro, madera y chapa ocnvergen en la cancha de fútbol, como si las laderas fueran las gradas, pero allí están sus padre, mirando a sus hijos, con la esperanza quizás que algún día los saquen de allí, para llegar a un estadio opulento como el de Mahbida en Durban y los otros 9 escenarios de esta Copa del Mundo Sudáfrica 2010.
Gira el balón, desparejo entre el polvo y los pozuelos de la cancha. Seguramente les ayudará a su habilidad, para improvisar en el dominio, para ganar versatilidad en una gambeta. Emum es un niño de edad indefinida, negro a la sazón como la gran mayoría de la población del continente africano, que usa un solo zapato, el izquierdo, para jugar. No es zurdo, pero el dercho lo usa su mejor amigo, el que se lo prestó. El cree que le pega mejor a la pelota con ese zapato, pero en realidad quiere ir calzado como los profesionales.
En Khwalanwini estamos lejos del mundial, aún con la relativa cercanía física del estadio de Durban, para Arón padre de Umam se hace inalcanzable pagar una entrada de 300 rand (unos 30 euros), que para él puede representar la conexión de la luz a su casa.
En este contexto, la FIFA que se atrevió a designar a Sudáfrica como organizar este mundial en 2010, luego de ser readmitida, tras el retorno de la democracia y el fin del aprtheid, en 1994, y que pronto ganó la Copa África de Naciones dos años más tarde, aún mantiene una deuda con la gente a la que quiere llegar con su mensaje de integración a través del deporte.
Sudáfrica en su afán de estar a la altura de los acontecimientos buscó técnicos de renombre por sumas millonarias y se quedó con Carlos Parreira, campeón mundial con Brasil en Korea/Japón 2002. Algunas particularidades en común del fútbol sudamericano como el semillero de jugadores con origen en lugares pobres, y al intención de encausar el desenfado de la raza negra, pretendieron identificar al fútbol de un continente con el de otro. Pero no alcanzó.
Sudáfrica, el anfitrión, quedó afuera en la primera fase, como no ocurría desde hace ...... De los africanos, solo pasó Ghana, y los países sudamericanos tuvieron una brillante primera fase, avanzando cinco sobre cinco equipos. En cuartos de final, justamente un sudamericano se encargaría de sepultar las ilusiones del continente negro. Con una jugada, en la que brotó la malicia con el que por momentos se debe jugar este deporte, impiden perder en tiempo suplementario. Pagaron su precio, penal y explusión. Pero el yerro de Gyan Asamoah, les dió otra oportunidad, y Ghana finalmente quedó fuera en la definición por penales.
Uruguay, el único sudamericano que clasificó entre los primeros cuatro, acabó con la última esperanza africana.
Por las ciudades, muchos manifiestan su aversión hacia los rioplatenses, acaso criados en la ética del rugby. Pero estos niños que corretean sin para descalzos, o medio calzados. en el descampado de Khwalanwini, ahora aprenden a patear penales.

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