miércoles, 9 de junio de 2010

La ley blanca


Policías requisan las cabañas en las que fueron robados periodistas españoles y portugueses
Ayer estuvimos en el centro de Pretoria, con Luis Miguel Pascual. Después de las 9 de la noche estaba todo cerrado, quizás antes, pero nosotros llegamos a esa hora. Recalamos en un boliche, estilo antiguo de los nuestros, con mantel de plástico, vasos de distintos colores y sillas desvencijadas. En la esquina dos negros se calentaban las manos agazapados a unas brasas sobre el cemento.
Adentro quedaban unas presas de pollo, con las últimas papas, se había acabado el arroz y si había hambre había que apurarse.
Pedimos dos platos de lo mismo y a desmenuzar el pollo con una cuchara.
Esperando que nos posáramos, se acercó un negro fornido y grandote, Lelle. Hablaba sin parar deprestigiando a sus pares de Zimbabwe y Moçambique, llamando de basura la comida (sabrosa) que acabábamos de comer, con la intención de hacerse el simpático. Sin huir, nos fuimos, rechazando todas sus invitaciones a pasarla mejor, incluso, me permito pensar la posibilidad de pasar a mejor vida.
Los dueños del local, dos argelinos, no quisieron cobrarnos, a pesar de nuestra insistencia y satisfacción por el plato. Según él éramos los primeros blancos que entrábamos a su local en el centro de Pretoria. Luis Miguel en el apuro, le dio con la marcha atrás al automóvil a nuestras espladas. Era el de uno de los argelinos, que estaba más preocupado por decirnos que no hablemos con personas como Lelle, aunque antes se agarró la cabeza. Le dije a LuisMi que diera la vuelta en U por la avenida.

Fue una noche curiosa, que al día siguiente volví a pensar, cuando supe que a unos kilómetros de Magaliesburg, donde fui a cubrir el entrenamiento de Portugal, le había robado un comando a periodistas que se alojaban en unas cabañas.
Para poner allí, llegaron los policías blancos. La ley blanca.

2 comentarios:

  1. Este relato es de lo mas interesante que lei hasta ahora de la cobertura que hacen muchos colegas alla.
    Abrazo
    German Adrasti

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  2. Vaya historieta, amigo!!! Como encima conozco al Luismi, puedo imaginar vuestras dos caras ante semejante anécdota... Te mando un beso enorme (y gracias por tus mensajes; aunque no pueda ponerme como "seguidora", te sigo igual)

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